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martes, 31 de mayo de 2011

El rumbo de los caminos y atajos.



Porqué iba a negar
que renunciaria a hacer presente la oportunidad pasada
aún muriéndome de ganas
y no por orgullo,
sinó porqué mi camino es lo más preciado que poseo
y desandarlo, dar pasos atrás,
haría que me perdiera,
pues no quisiera perder el norte en el que ahora vivo,
y repito que,
de todo lo que tengo, lo que tengo es eso.

Y mi ahora,
que es múltiple del pasado,
se regoza entre las decisiones ya tomadas
y las satisfacciones que yo ahora tengo.

Y las razones son,
por no haber perdido nada
al intentarlo todo,
por haber ganado más
al no pedir nada,
por oír aún tus pasos tras de mí
al dejar de seguir tu olor,
porqué el seductor elige de manera inteligente,
y el seducido se siente gratificado,
porqué detesto a los intelectuales,
porqué prefiero a los que mezclan
neuronas y globulos.

Y al final, tu presencia es ese ecco
del que dijo palabras bonitas
que en la memoria del seducido
perdura en esencia pero no en estética.
Y al final eres ese sangre carbonizada y necesaria,
que ejerce de expiración y baile para los pulmones.

Muchos,
cuando el amor les sabe a poco se avecinan a la compensatoria amistad,
yo,
persuado a los que cuando sienten que la amistad no es suficiente,
piden amor.

De esas soy yo,
de las que siempre
andan hacia adelante
y en dirección ascendente.

Sobre mi según tú, sobre tí según yo :

Bella,
de subliminal presencia,
de palabras miedosas,
de valiente ternura,
de apariciones espontaneas,
de recuerdos dulces,
de ausencias forzosas,
de despreocupación blanca.


miércoles, 25 de mayo de 2011

El éxito más tonto.



Había una escritora en España, que todavía vive, a las que todas las mujeres entre los 20 y 50 años admiravan. En realidad no saben bien porqué, aunque es fácil adivinarlo.

No voy a decir eso de que no tenía pelos en la lengua, porqué si los tiene y por eso a veces cuesta entender porqué, pese a algunas incongruencias, la gente es medio fanática de lo que dice no tanto como de lo que escribe. En realidad esto último también tiene una explicación, y es que a la gente no le itneresa saber siempre la verdad, a veces las mentiras bonitas ya nos parece suficiente, e incluso más divertidas y liberadoras que saber de que tela son las bragas o de que color es el voto, con el que viste y ejerce la escritora de la que os hablo.

Ella es una mujer que persigue el taboo, el taboo fonético, porqué está claro que si provoca alegrías y simpatías es porqué ese mismo taboo al habla es box populis en las mentes de las mujeres.

Cuando una es una estrecha, cuando una nunca habló claramente del sexo, cuando una sospecha de la fidelidad o de la monogamia, cuando una fantasea, se lamenta también del peso silencioso que adquiere esta parte de la vida y evidentemente, celebra una fiesta cuando puede leer y oír, algunas de estas cosas en alto o en negrita.
Pues bien, ese era el éxito de esa escritora, de su discurso, que sólo se dieferenciaba del resto, no por su conrenido ni estilo, sinó por su difusión.

Y es que todas nos sentimos solas hasta que leemos lo que otras dicen,
y es que todas nos callamos mientras sólo hable una.

Pues yo propongo un boicot, y os animo a que en vez de consumir un discurso literario y semi-liberal reventéis vuestra sobremesa hablando de el mucho placer que os provoca lo que os hace vuestrx marido o mujer, vuestrxs amantes, o en lo mucho que os mira esa persona que tanto os atrae, de los que os excista hacerlo a solas y de lo poco identificada que os sentis con el porno. No hace flata que lo desprestigiéis, también podéis admitir que os alimenta la fantasia y que incluso os hace disfrutar mucho, porqué seguramente también sea así. Podéis manifestar abiertamente que os gustan los artilugios sexuales y le hariáis un favor hablandole a vuestros hijos también de la vida que se cuece entre las piernas.

No esperéis a que se compren un libro, ni una revista con sección de sexo, tampoco a que su primera experiència sexual sea una paja delante del ordenador o humedecerse mientras un chico te besa y pensar que eso mismo, humedecerse, es la parte mala de besarlos.


Romped tabúes y no esperéis a oírlos, leerlos. Rompedlos y que el fanatismo por las lecutras liberales ya no nos parezca ciencia ficción.

jueves, 19 de mayo de 2011

Cuatro historias con cuatro finales distintos obligados a ser un mismo hecho.

Laura tiene ocho años y hoy vió como su madre asesinó a su hermano, recién nacido.
Diana tiene 32 años y hoy dejó morir a su hijo, recién nacido.
Saúl, de 15 días hoy murió sin más. Su madre le dejó morir, su hermana lloró su silencio y su padre nunca se despidió de él.
Damián hoy pegó a su hija mayor otra vez más, rompiéndole el brazo de nuevo y marcandole la cara con el cinturón. Ella quiso girarse para recibir el latigazo en la espalda, pero esa maldita correa de cuero, tan larga como endeble, cuando se desliza al aire la envuelve antes que a la cintura de su padre y a veces, le muerde la cara. Damián hoy escupió a su mujer, le tiro la leche ardiendo a la cara y el pecho, mientras esta alimentaba a su bebe, que pasó la noche con fiebre y no los dejó dormir a ninguno de ellos. Diana calentaba el desayuno y mientras el fogón hacia su trabajo aprovechó para descansar 5 minutos en el sillón, con su bebé acurrucado entre su brazo y su pecho. Damián hirió a su bebé en los ojos y su delicada piel, rapidisimo le saltaron las burbujitas en su dermis, y el niño lloraba y lloraba. A su madre también, y era tanto el hardor que sentía en su piel que se retorcía de pensar que no podía aliviar a su bebé. Laura, su hija mayor también lloraba, con sus deditos colgando de un brazo roto que no podia sostener. La niña desde el suelo se arrastraba y colocaba junto a la pared, para no estorbarle el paso a su padre, que no sabía decirle las cosas y a menudo sólo le pedía paso con los pies.
Diana lloraba y apretaba a su niño contra su pecho, no tenía nada más que le pudiera calmar. El agua fría lo iba a matar de frío, el agua templada no lo iba a calmar. Tal vez lo pudiera distraer con el pecho. Pero el bebé lloraba, lloraba, y mucho más que la pequeña Laura. Damián los dejó solos, a los tres, con su dolor físico y su miedo a cuestas.
Saúl sentía dolor en sus ojos, que no podia abrir, y se ahogaba cuanto más lloraba. Su madre le ponía el pechito en la boca y el bebé menos podía llorar y más ahogo sentía.
Diana por fin dejo de escuchar al bebe, que se había entretenido con el pecho. Pensó que el hambre sciaba el dolor, y viceversa. Ella lo contenia fuerte contra su pecho, para no darle otra opción al bebe : -come hijo, come, así no sentirás dolor.
Y es verdad, Saúl nunca más llegó a sentir dolor.
Laura, la pequeña Laura, se había dormido de tanto llorar y esperar su turno. Su brazo roto parecía un puzzle en el suelo, reposando al lado de su cuerpo. La niña aún tenía espasmos del llanto, que al dormir y con la respiración profunda, aún ejercían de reclamo.
Su mamá, la llamaba, pero la niña había caído en desmayo.
Diana pensó que algo, a partir de entonces se podría hacer.
Saúl empezó a sentir frío y Laura volvió al llanto, volvió a su brazo roto.
Diana quiso ayudar a su hija, cogió al bebé y lo apartó de su pecho.
Su bebé frío que no succionaba, que se movía sólo porqué Diana también lo hacía.
Su pequeña marioneta, fría.
Diana se dió cuenta en ese mismo instante. Quiso zarandearlo para provocar su llanto, però Saúl ya se había olvidado de eso. Saúl ya sólo sentía frío y a los guasanos, los gusanos en camino.
Diana sólo pudo aferrarse al grito y Laura al miedo. Laura que junto a su brazo roto vió como caía el cuerpo de su hermano al suelo, que no se movia ni lloraba, que al tocar las baldosas se tiñó de color morado, dejando su cabecita pequeña y blanda amoldarse al paisaje horizontal de su horrible situación.

Laura miró a su madre incrédula. Y lloró más aún, lloró por ella, por su brazo, y por su hermano. Sobretodo por su hermano. Diana miró sus hijos. Miró a su hija mayor. Miró su brazo. Miro la piel de su pequeño Saúl. Miró su pecho, rojo, hirbiendo aún, con sus ampollas hirientes, las mismas que sentía su hijo antes de sentir frío.
Diana pensó en el terrible suceso, en que se había quedado dormida también durante la muerte del bebé. Sintió que se le había escapado el momento justo en que su hijo dejó de aferrarse al pecho para intentar buscar aire. Pensó en su pequeña Laura, sola otra vez. Saúl era su tercer bebé y Laura era la única superviviente.
Miro su brazo roto y se acercó a la niña que gritaba más y más, sin cesar y con miedo, miedo también a su mamá.
Diana cargó a la niña sobre su espalda y le pidió que colocara a su hermano Saúl bajo su vesitdito, para que fuera recogido entre el vientre de su hermana y la espalda de su mamá.
Laura sintió el frio de su hermano todo el trayecto al pueblo. Cuando llegaron a la Plaza San Salvador abandonó el cuerpo de su bebé en la fuente central y bajo la mirada de su marido, que trabajaba vendiendo droga allí mismo y ahuyentando a la policia, sin dejar en ningún momento la botella de tequila libre ni la compañia de lindas niñas, que servían de reclamo y de negocio también.

Y su marido, abrió la boca.
Y Diana, dejó a Laura en el suelo.
Y Laura lloraba. Y Diana se fue.
Laura, con su brazo roto, salto a la fuente. Se lanzo a por su hermano.
Lo agarró del bracito, y lo sacó como si fuera un muñeco de trabo de la fuente,
como si de un entierro sin aviso se tratara.
Diana contó hasta diez y empezó a correr. Cinco segundos más tardes llacía en el suelo. Lo que tardo Damian en disparar.
Laura se vió sola, se vió muerta.
Casi sintió el mismo frío que Saúl.
Una chica se le acercó. La misma que acompañaba a su padre en sus horas de trabajo. Ella la llebó al hospital. A ella y a Saúl. Pero a Saúl se lo quedaron los médicos. A su madre nunca más la vió, ni si quiera en el cementerio.
A su padre sí. A sus pies también. A su cinturón a diario. A sus manos amantes de sus mechones de pelo también. A su padre, en realidad, nunca pudo dejar de verlo.
"No seréis mujeres maltratadas ni niñas manguneadas,
no seréis mujeres caprichosas ni niñas consentidas,
no seréis mujeres líderes ni niñas con educación,
no seréis nada de eso, porqué si así fuese,
no seriáis nada y nada es lo que seriáis."


martes, 17 de mayo de 2011



Tres,
se convirtieron en dos
y ahora son unos separados.

No sabemos sumar, ése es el problema.

Sobre las ilusiones de algunas niñas que al crecer no pueden dejar de serlo.




Una niña que una vez decidió que viviría sola
decidió instalarse bajo la mesa.
Desde alli podía ver a todos los que la rodeaban
y se preguntaba si alguno de ellos querría hacerle compañia.
Mamá imposible, porqué también vivía bajo un mueble,
y des de debajo de la cama también quería estar sola.
Su hermano ni pensarlo, porqué le gustaba correr,
nunca se escondía y además, no le gustaba estar solo.
Papá menos, porqué la quería acompañar,
pero no de buenas maneras.
Nunca le hacía comapañia, aunque nunca la dejaba sola.
Entonces decidió, en una de sus fugas, correr al baño a por un espejo.
Se miró y dijo : "ya no estoy sola, por fin tuve una idea".

Hoy en día, la niña que vivía bajo la mesa
y que al crecer se escondió en su propia casa,
ha llenado su casa de espejos y ahora ya,
piensa y dice, que además de no estar sola nunca más,
puede pensar más y mejor.



De todas las cosas algunas malas
que van conmigo
y citan mis horas
al hablar ante el que manda
y contarle mi verdad
para que se estrelle contra el discurso
del que quiere sobrevivir a sí mismo.

No sé en que consiste mentir verdades,
no sé si también lo hago yo.

Algunas cosas malas de todas las cosas
que ya no van conmigo
se sientan a mi lado
y a mi que su compañia me desagrada
espero algun día
encontrar ese otro lugar en el que poder sentarme.

De todas las palabras y de todas las verdades
espero tener sólo las que nunca más cambiarán su significado.

lunes, 16 de mayo de 2011

Solicitud de empleo



He militado largamente
en oscurísimos recintos
de donde traigo una batalla
que no se termina nunca.
Estoy en guerra casi todo el tiempo
y espero que me gane una paloma.

La verdad es que también sirvo
para desordenarlo todo.
Con qué cuidado precipito
planillas en la primavera,
y alterando sensatos equilibrios
me dan lo mismo números que grillos.

No faltaría a la modestia
si dijera que siempre estuve
muy dotada para el olvido.
Guardo volúmenes de ausencia,
antologías de temblor marchito,
catálogos de dudas y neblinas.

He trabajado anteriormente
en invisibles oficinas
llenas de crisis apiladas
y documentos vegetales,
donde los pájaros me habilitaron
con un diploma de mirarlos siempre.

Diré también para abreviar
que estudio lágrimas modernas
y pienso publicar un libro
de suspiros cuando me muera,
y que tengo por todo patrimonio
un montón de relámpago vigente.

Todos estos antecedentes
animan a solicitar
que me permitas ocuparme
en derrumbar sobre tus manos
la dulzura que pongo inútilmente
sobre manteles de confiterías.

Quiero por fin tener empleo
de suavísima permanencia
adentro de tu corazón,
coser con lágrimas y arrimo
toda fatalidad que te amenace
con botones caídos o desgracias.

Quiero servirte de costumbre
y que utilices lo que soy
para fundar una sonrisa
o ceremonias con pañuelos,
o para siempre, o para lo que quieras,
desde un copo de nieve hasta el amor.


de María Elena Walsh


Una historia más sobre una mujer. Una historia menos sobre un puente.



Al dejar el puente atrás no sentí ni frío ni nostalgia.
Fueron cuarenta y dos pasos y dieciséis zancadas.
Después pasé hambre y eso si que me pareció conmovedor.
Se acentuaron mis cejas y se poblaron mis pestañas,
el polvo parecía granizo y nunca más supe qué hora era.

Pensé en buscar a una mujer porqué así es como se acontecen las mejores historias
y después compré una espada. Corrí a ciegas empuñándola en medio de un bosque de encimas
y al volver a la realidad había matado a un ciervo. Comí carne cruda y después la devolví aún entera. Aparecí entonces en un campo de olivos y me metí uno de los frutos en la boca, no para comer, sólo para saborear.

El sabor amargo en mi boca se convirtió en familiar y nunca más quise volver al puente.
Pensé en seguir andando y anduve por más caminos y más horizontes, hasta que un día se me antojo el mar. Al llegar al acantilado pensé en el aire que me separaba de las olas y en como me gustaría inalarlo todo en mis pulmones, condensando la distancia y quien sabe, a lo mejor provocando una orilla, una escalón diminuto, que me dejara alcanzar el color verde espumoso.

Luego busqué arena. Al pisarla y dejar que se escondiera entre mis dedos me sentí importante.
Quise acogerla como mascota, como ser de compañía. Diminutos granos, piedrecitas todas, podéis acompañarme y nunca dejarme sola.
Un día que andaba sentada sobre mis granos de arena se quejaron de que nunca las bañaba, que nunca las lanzaba al mar. Me entró un pánico terrible. Se podían perder, o deshacer, o confundirse entre las demás o tal vez ahogarse.

Entendí entonces que la propiedad es la mayor de las cadenas y el amor por las cosas un sacrificio dulce. Así que las dejé marchar, no fuera que las cadenas que las unían a mi las dejaran solas de por vida.

Y así me quedé sola yo también. Con pena y resignada pensé en como podría pasar por encima de ese mar, que se había adueñado del deseo de mi arena. Pensé en mi puente, en los cuarenta y dos pasos y mis dieciséis zancadas y sospeché que aún así no sería suficiente. Unas cuerdas des del cielo y unas rocas muy pesadas, ancladas en el fondo del mar y valientes para contener las olas.

Pasé muchos días maquinando.
Sin darme cuenta dejé de ser humana y me convertí en fábula. Me conté mis propias historias y me codeé con Pigmalión. Luego dejé que mi carne fuera piedra, y mis huesos fósiles. Dejé de lado mis ideas y abandoné mis deseos al agua, con mis piedras.

Soy arco, columna, soy 1678 pasos y 342 zancadas. Alcanzo las vistas que me vieron desaparecer y he deshecho el horizonte. El agua desapareció hace tiempo y los olivos crecieron cuando la arena del mar se exilió. El viento me cruza y los olores también. Nadie se imagina quién soy yo. Todos creen que no soy nada, y me ven, y me tocan, y me pisan y me escriben. Y los oigo y los leo, y me pisan y me importan.

Soy esa, sin mujer y con mis piedras, sin ser nadie algo soy.

domingo, 15 de mayo de 2011

Flora, fauna y edificios.



Cuando la naturaleza se urbaniza
se organizan movimientos
y manifiestan con diferentes practicas contraculturales
sus derechos y deseos, se convierten en rizomas
y se unen a otras causas
tejiendo otras dimensiones no normalizadas
que contribuyen a una cotidianidad no conocida burocráticamente.

Sin embargo nosotros, las plantas y animales,
lo llamamos vida real.
Porqué así era antes de que llegarais vosotros.


Siempre lo he sabido, sólo esperaba a verlo escrito.
Los dichos populares no son verdades
hasta que no entran en la literatura
o en las ciudades.

Y de todas las cosas que yo admiraba
quedaron las persianas rotas,
el hierro oxidado y las tortugas marinas.

lunes, 2 de mayo de 2011


Vértigo mortal
y tan al filo de mis emociones
y tan lejos de mi realidad
que sólo puedo sentir pánico
a caer en un vacío
sin haber conocido aún el suelo.