Vistas de página en total

martes, 25 de septiembre de 2012

El principio es el final.

Lejos, tan lejos como Marte, tan lejos cómo la cima del Everest, tan lejos como la última zona del metro.
Fría, tan fría como la Antártida, tan fría como la sangre de un reptil, tan tan fría como la estepa rusa.
Adentro sólo la mecánica de un freno. Yo te miraba, me acercaba a ti, que estabas tan lejos y prendía sólo para darte calor. Adentro sólo la mecánica del freno. Otra vez y otra vez.
Yo me volví automática y tu perenne. Cuando quise encontrarle el sentido a todo aquello era obvio que,
para manipular sentimientos todo invento es poco.
Me di cuenta de que no hay factor que lo altere ni lo provoque, es tan tonto como frenar una caída. Frenando uno también se hace daño.
Así que corrí a salir corriendo, a salvar el poco tiempo que me quedaba.
El amor, que va escrito en fascículos salta de una página a otra y aún así cobra sentido.
Yo, que me vi inmersa en un final repentino decidí quedarme en él.
Para que iba a buscar un comienzo si todo estaba escrito.
Y aquella mañana me propuse empezar a leer y nunca averigüé más finales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario