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miércoles, 9 de marzo de 2011

Espuma y espalda


Te muerdo y aprietas los labios, porqué sabes que lo he hecho, porqué notas la sequedad del aliento caliente sobre mi lengua, que simula ser parte de tu espalda y no consigues imaginar, en que zona exacta estoy, porqué tu espalda es grande y desierta, porqué está lejos y nunca has estado en ella.
Me preguntas cómo es, que vistas tiene, y yo que estoy tan impresionada y entretenida con el descubrimiento no atiendo a tus preguntas y me guardo para mi todo lo que fotografío, con cada pestañeo y las manos, que rastrean como si fueran ciegas y no supieran lo que es el tacto.
Sabes a terciopelo y hueles a sal, tu espalda es como el aceite, densa y brillante, y al caminar sobre ella, una se acuerda que el ir y venir de las vertebras y su juego de omóplatos recuerda a cada encuentro que tiene el mar con la orilla, y esa espuma que se balancea sobre la cresta, esa misma espuma, soy yo.
Esas son mis vistas y esa es tú espalda.


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