Mirada.
Ceja.
Labio.
Mano.
Desconocidas.
Espejo.
Esa fue la lluvia de palabras que se avecinó sobre mí.
Sobre tí también.
Ahora que hablamos en silencio.
Es una lástima rendir culto a los celos adoptando este silencio,
tan incensario y que nos alimenta más de la cuenta,
que nos hace más cómplices y mundanas,
que nos hace compartir todo lo que el celoso no tiene,
y él, no se da cuenta, que cuanto más desea vernos lejos,
cuanto más nos imagina juntas,
más nos camuflamos y vivimos nuestro encuentro,
tan divertido y diferente,
a como él se lo imagina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario