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lunes, 6 de julio de 2009



Dónde termine el agua moriran los que no conocieron la existencia de la lluvia,

cuando salga el sol floreceran los latidos acallados en la noche,

cuando duerma Alà lloraré por su desvelo.

Seguramente mientras duerma será que aquí el mundo es más oscuro,

seguramente mientras abandona sus oidos deja de escuchar a Abdhel

que alienta sus últimas lágrimas bajo un llanto con olor a cobre

y sus hermanas, que somos nosotras, no dejaremos de rezar por las madres que

prefieren morir con la vida dentro a vivir la muerte de su propia alma.

Los hijos raptados por los que cavalgan hacia las montañas e invaden las mezquitas

los que leen con malas intenciones las escrituras y le dan a las palabras un sentido maligno

lo que diferencian entre hermanos y hermanas, esposa y esposo, padre e hija,

los que cubren els rostro más allà de la intimidad, los que no saben que el arma más preciada es

el privilegio de esconderse, ellos, ellos mismos, son los que al terminarse el agua moriran en sequia, ante la ignorancia de que la lluvia, siendo agua también puede beberse sólo des del cultivo de la paciencia.

Descansa Abdhel, descan sa sobre nosotras y nuestro refugio velado y negro.

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