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lunes, 4 de julio de 2011

Al revés también.


Y pensé en ahorrar mucho tiempo
para cruzar el charco
y augmentar la distancia que recorren mis sentidos
desde que se pierden en un deseo hasta que encuentran un recuerdo
y la realidad así
parece menos ficticia y aún así con todo,
parece imposible que todo eso pudiera suceder a tu lado.
Pensé en acumular mi sed
y andar descalza,
sentir el sol en la espalda y calor en el vientre,
pensé en la energía solar que desprende el cabello
que pintaré de negro para que absorva más y más,
para que nunca nadie a mi lado pase frío.

También pensé en algunos recuerdos
y en la fecha de caducidad de algunas cosas,
me acordé de la isla y su invierno joven,
pensé en las plantas intrusas,
y en los peces que nadie ya puede comer,
recordé que los satelites fueron los primeros habitantes de la tierra
y entonces les rendí culto.

La sabiduría de los astros no tiene nada que envidiarle a los grandes libros,
a las letras bien escritas o al diccionario más completo.

Me obligué a habitar el dolor de los demás y a pensar en las sombras,
me deshice del encuentro con el espejo y el peso de los metales,
olvide el orden de los número y después el de los sentimientos,
y al final, escribí una história.

Ese día, también yo desaparecí.

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