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jueves, 2 de diciembre de 2010

Roll play.

Qué casualidad, allí estaba yo, con tus colegas que también eran míos y apareciste. Apareciste igual que otras veces no lo hacías. Apareciste para decirme hola, para dejar huella, para despertarme el mal tiempo o tal vez la incertidumbre.
Aquella tarde también fue casualidad. Estaba feliz, hacía tiempo que no volaba tan alto, o al menos tan libre, iba a disfrutar de la noche allí dentro, entre el calor de la gente, las miradas eufóricas, la música y el baile. Iba a emborracharme. Apareciste tú, con las entradas y una sonrisa preciosa.
Hiciste un comentario de los que provocan el hambre pero yo me provoqué el enfado . No te cansaste de usmearme, como hacen los perros y no pude evitar ladrarte.
Quisiste ladrarme, pero vi como apretabas los dientes y al final, al final se te escapó el mordisco.
Te abofete la cara y nadie se dió cuenta, ni si quiera tú, ibas tan colocada.
Luego me digiste : recuerdas nuestro último concierto aquí?
Te ignoré, eres tan gilipollas cuando quieres.
Te miré con cara de incredulidad y me soltaste aquello de : me encanta tu sonrisa nerviosa.
Ni si quiera te había sonreido, estaba llena de inquietudes y sólo queria bailar, perderte de vista, olvidarme de que habías venido a aguarme la fiesta, a buscarme las cosquillas y después la lengua.
Fui tan desagradable como pude y tu tan víctima como pretendías. Luego decidí relajarme, reírme de la situación.
Entonces tú lloraste, con ayuda de tu borrachera, porqué te diste cuenta que ni a buenas ni a malas llegabas a tiempo a mí, que todo jugaba en tu contra y que ya habías abierto las piernas en otra cama, otra cama que no era la mía, ni conmigo, que yo ya no estaba en la tuya, y ni si quiera podías averiguar si yo ya anduve en la de otras.
Te dolió y me dijiste : a quién tengo que felicitar por haberte convencido mejor que yo?
El segundo bofetón. Nadie se dio cuenta excepto tú. Ahora sí. Yo no. Te hubiese metido diez más.
En el fondo me da lástima, no sirves para aprender, algo te falla, el músculo cardiáco se te atrofia y lo que dices ni si quiera antes lo has pensado.
Andas con orgullo y luego agachas la cabeza y lloras de vergüenza. Quieres romper corazones y ni si quiera sabes como rehacer el tuyo. Por eso el resto de la noche la pasé bailando, con nuestros amigos, con el resto de la gente, por eso le di el teléfono a todas los chicas que se acercaron a mí, por eso miré más de la cuenta, por eso lo intenté con más de una, por eso terminé fuera de allí, por eso desaparecí, por eso mismo no te cogí el teléfono esta mañana.

Vete. Sólo eres figurante.

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