Si te digo la verdad
no cambiaría ni una sola parte de lo que soy
porqué incluso cuando estoy triste y sólo escribo tristezas
o cuando algo me duele mucho
no pretendo quejarme ni provocar el eco
y me recreo en ese preciso instante en el que descubro
que la vida es tan breve y rica
que quejándome de lo oscuras que estás las cosas
no conseguiría encender tantas luces
como las que día a día enciendo
aunque llueva
truene
nieve...
La verdad es que no daría nada por cambiar lo que soy,
si la vida es esto
ser fuerte debe ser vivir
y la alegría debe ser el fruto de todo lo que me rodea.
A veces me cuesta estar contenta,
a veces es casi imposible no hablar del color negro
y muchas veces preferiría estar sola
pero luego
descubro
que es casi una fobia querer estar acompañada,
inevitable reírme de todo
y un placer provocar las carcajadas.
Alguien ya me dijo una vez,
eres tan payasa...
te ries de ti y de mi,
de ellos y de nosotros,
de él y de ti otra vez
y no te da verguenza
admitir
que a veces
incluso se te olvida llorar.
Pero admito que,
llorar lloro!
(de alegría casi siempre!)
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