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miércoles, 10 de noviembre de 2010

El hambre de las ideas




Puede que tu no te des cuenta
pero hay algo que despierta mi apetito
así como el de mis ideas.

Puede que tu nunca sientas ese hambre
si tus ideas no revolotean
y se limitan a estar en orden y nunca alterar su orden.

Puede que con el tiempo pierdas esa cualidad sin haberla despertado,
y te aseguro que ninguna escuela ni universidad de más hubiesen sido suficientes o necesarias para que eso ocurriese.

Pregúntate a qué se debe el hambre del cerebro cuando se queja,
a qué suscitan sus preguntas y sobre que premisas cristalizan y mueren tus neuronas.

Te aseguro que el hambre del ideario personal es caprichoso,
se le antojan disparates y discursos serios también.
La fantasía y la imaginación sin embargo ejercen de placebo,
un curioso efecto Pigmalión sobre la mente y
he ahí cuando estalla el hambre que,
como no, se junta con las ganas de comer.

El hambre de las ideas,
pensé después de todo
y me quedé empachada.

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