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miércoles, 16 de diciembre de 2009

ELLA ES REAL

Tengo en la cama a una mujer con una esplada perfecta, una cadera infinitamente ambigua y unos musculos fibrados. Tengo en la cama un pelo largo, liso y negro. Tengo a dos centimetros de mi el pálpito vaginal más grande que jamás experimenté. No puedo tocarla, corro el riesgo de abrazarla. Tengo delante de mi la piel que mejor sabe, un olor agradable en el ambiente, unas manos de hombre tan simples como atractivas. Tiene unos labios bonitos, una nariz extraña pero que le sienta bien, unos ojos que hablan con más fuerza que su voz, que es grave y enérgica. Ella duerme, y duerme tan profundo que no se da cuenta de las veces que le he desnudado la espalda para recorrerla, que no sabe las veces que he pasado mi mano por su cadera o mis dedos por su vientre. Ella no sabe que me encanta comprobar como tensa los brazos cuando duerme y lo expectante que estoy vigilando que mueva sus piernas para poder entrelazarme con ella. Ella no sabe que muchas mañanas me doy los buenos dias dandole un beso en la mejilla. Ella, que duerme tan profundo, no sabe que las escucho respirar, toser y eso me parece bonito. Ella no sabe que soy romantica, y que no la quiero aunque no me importaria hacerlo. Ella no sabe a qué sabe el romanticismo que exploto a conciencia, ella no sabe lo provocativa que resulta, ella no tiene ni puñetera idea de lo que consumen mis ideas ni intuye hasta que punto deseo agotar el tiempo. Los pequeños detalles tienen un misterio del cual cada dos personas, una sobrevive ciegamente de él y la otra ignora toda su vida. Los amantes equilibran su amor contrarestando sus miradas, cuando admiten que no buscan ni sienten lo mismo, cuando entienden que jamás se darán uno al otro lo mismo, cuando el drama aparece, sí : ellos entonces viven el romance.

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