Vistas de página en total

viernes, 18 de diciembre de 2009

Admiro...


el abandono absoluto de un niño a su sueño...


Seguramente se trate del mismo impulso que nos lleba a dejarnos caer en las redes de un amante, que nos permite ilusionarnos con la primera gilipollez de turno y hace primordial para nuestra felicidad diária la presencia de un ser considerado emocionalmente potencial para atravesar nuestro corazón con algo más que flechas envenenadas.
Los dardos de la vida siempre han de dar con un circulo concentrico a un punto vital, los terrenos se delmitan con las circustancias y las personas se distribuyen a una distancia proporcional al centro equiparada con la frecuéncia que los separa de nuestraa memória diária. Tanto te pienso, tanto imagino , tanto imagino contigo, tanto ocurre, tanto espero.
La expectativa de un sueño, sobre las personas, sobre las cosas. Es lo que permite crecer a un niño, bordear una personalidad y encajar en un lugar. Cuando pensamos generamos el principio de las cosas, cuando soñamos desvelamos el móbil de la creacion. Cuando consumimos energía, tal vez no atraemos lo que deseamos, y nos regozamos en lo que ya somos.
La ironia onnírica, la influencia en los segundos de tiempo que se gastan, también cuando dormimos, también cuando pensamos, aún dormidos, aún soñando.
Soñar, dormir, soñar, dormir.
Se asemeja a vivir, respirar, vivir, respirar.
A te quiero, me quiero, te quiero, me quiero.
Por eso, cientificamente, las horas que son necesarias para regenerar células, paras asegurar una memória digna, justa, que nos permita seguir viviendo de los reflejos innatos, las habilidades psicomotoras y sobretodo, nuestra actividad emocional, es preciso dormir, soñar, dormir, soñar.
Es preciso dormir para soñar, como es preciso soñar para centrifugar la mente. Es importante, primordial; entregarse al sueño, en profundidad y abandono, como el que se lanza a la gravedad o a la vida, al sexo o al amor, a los sentidos o a su respiración profunda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario