Releer a Hamlet, en vida y fuera de escena.

La vida es un drama, porque lo dice Hamlet, porque así nos lo cuenta, porque tu te lo crees, porque te gusta vivirlo, porque no sabes ni deseas ser feliz.
La vida es una desidia. Porque lo intuye Hamlet, porque así debe confirmarse la premisa.
La vida se ha portado mal y nosotros la sufrimos.
En tu caso, desearias que todas las chicas vistieran ropa forjada en hierro y que pudieras controlar las almas que dejas atrás, a la vez que piensas como atar, capturar y torturar a las que vendrán en tu futuro camino, gracias a Hamlet, gracias a tus creencias, a tus premisas,
a que la vida es cruel, a que vives del drama.
Piensas que los que nos exiliamos del drama seremos castigados, piensas que los que no sufrimos no lloramos, piensas que los que no mostramos cobardía estmaos condenados a ser desgraciados.
Me produce lástima vuestra falacia vital, me produce un impuesto emocional no ser cruel contigo antes que la propia vida, cuando llegue tarde, en el momento de tu muerte, cuando te rompan el corazón y entiendas que el drama no ha maginificado las razones de peso en las que te apollaste ni te hizo contrarestar ningún otro sufrimiento. Nada de eso amortiguó el golpe.
He muerto tan feliz y tants veces en dos fugaces décadas que desisto de la literatura más bella, de los versos más ciertos y reales, me posiciono en la excepción y en el libre latir, en la decisión propia y el Karma radial.
Hamlet es una lectura pausada, digestiva, lacrimal, salada, oceanica, una imagen bíblica y también el epilogo dantesco de las almas como la tuya.
El drama te ha traido a la comedia del mundo, los bufones fueron actores de segunda, habilidosos en la escena, pateticos en el uso de su drama, su dialogo asfixiante, la muerte simulada.
En esta vida, nos dice Hamlet, es preciso vivir el dolor de verdad, no simularlo o esperarlo, es precisa la sorpresa, es preciso lo inesperado, es necesario que la realidad nos aceche desnudos y nunca preparados para sufrir.
Drama, drama, drama.
Que pena siento de vos, que pena dantesca, que perdida estás en Hamlet.