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lunes, 14 de septiembre de 2009

Tilda Swinton






Si puedo descubrir con mi ultimo aliento los colores que iluminan tu cara,

si puedo adivinar el camino que siguen tus parpadeos cuando observas el universo

y magnifico tus gigantescos pasos a través del tiempo

jamás sabría distinguir si es la vida quién copia al arte o a la inversa,

si fuiste escrita o descrita,

si alguien te inventó o te cartografió.










Después de agosto, si lo recuerdas, te creció el pelo a velocidad del rayo,

te pigmentó la piel a un tono rosado a juego con el suavizado rojizo de tu pelo,

seguramente también impregnado de pigmento,

foto sensible y atrevido,

fue entonces cuando decidiste recorrer la misma distancia sobre los pasos del animal salvaje,

a caballo por el siglo de oro, el barroco y la era industrial.

Te empezaron a crecer los genitales y tu belleza cada vez más alarmante no puedo

prevenirse de la plaga más feroz del mundo, el hombre.









Y ahora, que sobrepasé dos décadas, me ignoras cuando hablo, te floreces con complementos y adornas tu mente con discursos ambiguos, de aquél escritor inglés y su sucesor frances,
ni siquiera te has percatado de que la colonización llegó al paraíso,
que desató a los pelirrojos del infierno y los mezcló con los mundanos, con los creyentes,
con los justos y tú, tan perfecta, te resignaste a tu papel excepcional, sin saber que eras la matriz y el molde a la vez, la materia prima y el Pigmalión,
sin saber que lo que pensaras resonaría en el eco futurista, en la post-modernidad
y sin embargo, a las 21.03 de ayer, cuando sólo eras fotogramas y una estatua valiosa
olvidaste que, llevas años sobre la faz de la tierra, divagando por los continentes, escribiendo la historia y bajo la sombra de los arboles más viejos procreando al ser más consciente de si mismo, más subjetivo que nunca, más único que tú, menos divergente y diferenciado.
La andrógina está aquí para inundarnos a todos y hacernos dudar.
Pasaremos buenos ratos, buenos tiempos, cuando llegues al final de nuestro camino y tu trabajo ya esté hecho.
Andro-espacial es el tiempo que plastifica los cuerpos en metal carnal, forjados al fuego y al precipicio de los siglos en que cada batalla y definición definen la belleza del espíritu.
No serás la misma después de abandonar tu obra, Pigmalión nos lo advirtió.

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