Se aburren mis entrañas cuando veo a todos esos bichos trepando hacia mis ideas
y pienso en aplastarlos y luego probar su jugo
hasta que, justo a tiempo, me doy cuenta de que no son molestos
ni tampoco sabrosos,
están ahí por algo y sólo siento cosquillas,
luego nada y,
el resto del tiempo sólo los espero y espero,
a que vuelvan y me trepen de nuevo,
sin saber porqué, sin saber si quiero,
sabiéndose ellos que son lo único que tengo.
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