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lunes, 6 de agosto de 2012

Capitulo uno: Precipicios. Los días previos y un principio acróbata.

"Sí." seco y contundente, joven y firme, decisivo y definitivo.
Ese era el prefijo de todos mis pensamientos entonces.
"Sí". Por supuesto que sí.
Precipitarme era lo mínimo que podía hacer, reconocer mi impaciencia y acusar a quienes me hacían esperar.
Luego toda torpeza era excusable, justificable, todo tenia un sentido y una historia en su reverso.
Empezar. Empezar siempre se me dio bien. Tan rápido, tan inmediato, tan eficaz.
Algunos narramos la vida y contamos las cosas sin necesidad de vivirlas primero.
Los efectos son efervescentes, el sexo estridente, los besos como abejas y el cuerpo una colmena. Los dientes blancos, llenos de dulce, las cicatrices abiertas, la saliva a punto, las excusas y los planes amontonados, las ganas calientes, los días contados, las horas cronometradas y las mañanas odiosas.
Los adverbios hacen cola delante de los significados. Todos buscan su pareja y ella, tan amante y tan experta, se siente como nueva tratando de modificar el sentido del principio.
Y nada y todo tal vez, sólo tal vez, cuando el equilibrio sea mi pan de cada día.

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