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viernes, 19 de noviembre de 2010

Efecto rebote o amor a segunda vista



Si aún te preguntas si sigo siendo una cría inmadura que busca ser mayor, si todavía quieres comprobarlo, si necesitas saber si ya soy esa mujer que siempre esperaste y a la que observas desde que cumplí la mayoría de edad presagiando el gran cambio, erraras al acercarte a mí, con esas ideas, y esa mirada, y esas palabras que nunca dejaste de pronunciar.

Si aún quieres volver a jugar conmigo en la cama, como solíamos hacer, y echas de menos esas risas y esa manera mía de ser, si todavía quieres fotografiar mi sonrisa, la que a menudo ahora me tapo y escondo, si aún jugamos a saberlo todo y nunca decir nada, si todavía quieres leerme la mente o predecir mi futuro, ven.

Porqué hoy te he visto diferente. No ha sido como la primera vez que nos desenamoramos, ni los días que vinieron después. Hoy no existían motivos, y siendo la de siempre de repente te vi diferente. Tú a mí también. Lo sé. Me has dado calor con tu aliento y me ha invadido tu otoño el cuerpo, que se desprende de esa escarcha vieja y conocida, y ahora es otra, como un amor a segunda vista, que alberga buenos recuerdos, un sosiego aceptable y un porvenir conocido.

Sabes que sí. He entrado en el baño, detrás de ti, a sabiendas que iba a por la segunda parte. Me has mirado así, de esa manera que tu lo haces. Te has reído, como cuando te reías nerviosa antes de yo besarte, cuando eramos algo, tu y yo, algo muy importante.

Qué somos hoy, mi amor?
Jamás pensé que algo grande
podría (aún) ser todavía más grande
(después de haber sido pequeño).

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