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martes, 8 de septiembre de 2009

la claúsula




Los lagartos que murieron al sol encima del tejado,
la lluvia que llegó después,
el viento que rompió los cristales,
el perro que murió encadenado y hambriento,
el día que no llamaste.
Cuando tu hermana perdió la virginidad contigo
y tu con tu gata,
cuando ahogaste al anciano en su teatro etílico,
o cuando llamaste a tu madre foca.
El día que golpeaste la puerta y tu padre corrió tras de ti,
el día que tu hermana besó a quién más querías,
el invierno que pasaste hambre y la noche que llegaste tarde.
Se ha levantado el sepulcro desde entonces, se ha removido la tierra
y las larbas ya son gusanos que se han comido los cadáveres
y las aves carroñeras vienen ya de camino,
no criaste cuervos pero si ideaste un plan.
El cielo más negro y la mañana más roja,
la ola más grande y las aguas más profundas,
la huida más larga y la hora más inoportuna,
el miedo que sentiste cuando disparaste por primera vez.
El día que tu padre pegó a tu madre y después también a ti.
Cuando las putas que venían a casa solo eran amigas de papá
y cuando a las 12 todavía era pronto para irse a dormir.
La noche que soñaste y sentiste miedo,
el día que escuchaste un ruido,
la primera vez que te enamoraste,
la última vez que quisiste olvidar.
El día en que asusto la muerte o se te olvidó ésa, ésa maldita canción.

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