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lunes, 7 de febrero de 2011

Como son las cosas.



No esperar y hacer que las cosas ocurran
esperar y ver como ocurren las cosas
la diferencia es que en uno tendrás la oportunidad
probablemente, muy probablemente,
de ver como las cosas sí son como tu quieres
y en el segundo caso
tendrás la oportunidad de ver como son las cosas,
tal vez, sólo tal vez,
como tu quieres.

Pasaporte



Metáfora o paralelismo,
no lo sé,
mi vida a menudo se suspende de hilos
que a su vez
a globos rellenos de helio
que posiblemente
en contacto con el oxigeno
puedan disolverse
y hacer de mi
objeto volador
o materia inerte
con tanta gravedad
que nadie dudaría
que he caído de las nubes
con el objetivo de ser más mundana y más real,
y que dejé el idioma del aleteo y las sombras en el aire
para aprender cada fonema y sentido de los verbos.

Porqué sueño.



Léolo decia:
porqué sueño no lo estoy,
porqué no lo estoy, sueño.
Yo digo que:
he soñado tanto
que tal vez si lo esté
y si lo estoy
a soñar me debo
sin poder más que asumir
mi falta de libertad
y voluntad
cuando se trata de ti.

Adivina adivinanza :


No sabes a nada,
ni si quiera a lo que aparentas,
ni si quiera a lo peor,
ni tan sólo a algo bueno.
Adivina adivinanza,
al final eres nada.

viernes, 4 de febrero de 2011

Me gustaría hacerte feliz





como los olores a los recuerdos,
o las cenizas al color negro.

Qué estás pensando? Qué estás sintiendo?

(Por qué? Quieres simplemente saberlo?)
Hasta el agua empatiza con los elefantes
más que un humano gilipollas con otro humano gilipollas.
(Hasta que llegues a comprenderlo)

Si te vas por qué me tocas?


Me tocas,
te vas,
me tocas,
te vas,
me tocas,
me tocas,
y me vuelves a tocar,
y yo no hago más que pensar
que es imposible que me estés tocando,
que seguramente ya esté loca,
o muy loca,
porqué juraría que aquí tu no puedes estar,
que según mi experiencia siempre te vas.


Te vas,
me tocas,
te vas,
me tocas.

Será que sólo cuando te vas
siento que me tocas,
y mientras me tocas,
mientras me tocas...
No. No debe ser cierto,
te debes haber ido.

martes, 1 de febrero de 2011

Pájaros en la cabeza




[Para poder recorrer el mundo de las ideas sin necesidad de moverme de sitio, ni de lugar, sin necesidad de abrir los ojos o estar dormida. Pájaros en la cabeza para cruzar las estaciones del año y todas las coordenadas por placer y gravedad, por desafío a la inercia, por fidelidad al principio de las ideas, por amor a la energía personal y al poder de la mente.
Pájaros en la cabeza para poder cambiar el mundo.]
Me tatué una luna detrás de la oreja,
dos peces en el vientre surcando mis ingles
y una mano con un ojo dentro en la espalda y las iniciales C.E.M.
Si se acaba el mundo o el Sol se apaga la oscuridad de la Luna harà que la marea suba y llegará a mi oreja el ruido de todas las caracolas de mar anunciándome en código y frecuencia la fatídica noticia. Hará lo mismo cuando encuentre al amor de mi vida.
Esos dos peces en mi vientre mantendrán húmeda mi fertilidad,
y la corriente y dirección en que deben ir las cosas,
del corazón al sexo, del sexo al mismo sexo y si algún dia nadan a contracorriente,
morirán electrocutados y yo puede que también, por ser tan piscis.
Y ese pequeño ojo, en esa histórica mano,
en mi espalda,
vigilará tanto mi suerte que el destino lo tendrá difícil para cumplirse a su voluntad.
Esas tres letras del alfabeto son las que describen mis genes y
puede que se fundan con mi espina dorsal.
De todos modos ya he cosido esa tinta a mi piel
y un mensaje personal,
por si algún día la memoria me falla
aún me quede el jeroglífico de la intuición.



Saliva de gato

Me dejé arañar por todos esos gatos porqué supe que luego serían los mismos que vendrían a curarme las heridas y así tomarían como costumbre mi piel a su lengua, tan curativa que ni el peor de los males que es la falta de amor própio, volvería a infectarme hasta los genes.
Y desde entonces mi lengua también tiene pelo y segrega saliva curativa, y yo que ahora también araño luego sano, a todos los que como yo se olvidan de que para dejar de sufrir primero es necesario sentir y resignarse al dolor. A todos los que como yo siempre supieron que no somos dueños de nuestras vidas, sinó de la de los demás.